Las ciudades medievales estaban rodeadas de altas
murallas para su protección. En sus puertas se cobraban los impuestos sobre las
mercancías que entraban en la ciudad. La ciudad se dividía en barrios, cada uno
con su propia parroquia. El resto del espacio estaba ocupado por un enjambre de
calles estrechas y tortuosas, entre las que, en ocasiones, había pequeños
huertos.Disponían de un gran espacio abierto, la plaza del mercado, donde los
comerciantes y campesinos instalaban sus tenderetes y en el que tenían lugar
los principales acontecimientos de la ciudad
Mientras el sistema feudal se basaba en la
producción agraria y no necesitaba ni moneda ni de los intercambios comerciales
porque se abastecía, el sistema de los burgos se orientó hacia la producción de
mercaderías y al comercio. Los artesanos se especializaron e incorporaron a sus
productos nuevos materiales que venían de tierras lejanas. Las ciudades eran
centros de producción e intercambio. La gente buscaba en sus mercados los
productos locales, pero también los importados. Muchos mercaderes comenzaron a
montar flotas para ir a buscar esos productos y aunque los viajes eran bastante
peligrosos por la amenaza de los piratas, valía la pena arriesgarse porque las
ganancias eran enormes.Pocas calles estaban empedradas, por lo que se caminaba
entre el barro. Las ciudades carecían de alcantarillas y los desperdicios de
las casas se arrojaban directamente a las calles. Por ellas correteaban también
los animales domésticos (gallinas, cerdos, etc.) que poseían algunos
habitantes.